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¡QUÉ maravilla, el final
de la calle, donde el cielo,
bajando en telón su velo,
desafía a la postal
y pone el azul preciso,
con un trasfondo de miel
que da equivalencia en él
a “ciudad” y “paraíso”!
La vida de cada día
se redime aquí en mirada,
instantánea de alegría
por lo que el trivial rincón,
se vuelve, al pasar, dorada
custodia de procesión.
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