miércoles, 29 de febrero de 2012

PESADA lluvia estival...

5

           PESADA lluvia estival:
empañado de calina
el cielo, en la vespertina
hora lava su cristal

           para que de madrugada
brille más, a su través,
con un ondular de mies,
la hermosura renovada

           de la tierra, blanca y rubia
su desnudez sorprendida,
mientras su rumor se aleja,

           irisado y fresco, lluvia,
trémula gota prendida
en el vuelo de una abeja.

martes, 28 de febrero de 2012

¡CÓMO huelen alma y tierra...

4

           ¡CÓMO huelen alma y tierra
a un angustiado sudor,
bajo el cielo, arado por
las nubes, carros de guerra,

           hasta que revienta el trueno
-preparación artillera!
¡y tu lluvia, primavera,
que ondula la crin del heno!

           El paisaje tiembla y pierde
su color y su perfil,
preso en el húmedo velo.

           Mas pronto renace en verde.
Sobre su fresco redil
¡qué anchura respira el cielo!

lunes, 27 de febrero de 2012

TRANSPARENTE atardecer...

3

           TRANSPARENTE atardecer:
la lente de su cristal
en presencia corporal
nos deja casi entrever,

           de perfil, la primavera
que ensaya, quién sabe dónde,
su aleteo, al que responde
un silbido en la pradera,

           en tanto por los caminos,
deshojan escorzo y trinos
muchachas en bicicleta,

           y se aprieta, húmedo y frío,
el bosque. En su fondo umbrío,
                                                el tiempo huele a violeta.

domingo, 26 de febrero de 2012

LA lluvia me ha despertado...

2

           LA lluvia me ha despertado
al amanecer. Batía
contra la vidriera. El día
tiritaba, atarazado

           niño dios, en su pesebre,
entre las pajas del alba,
hacia el vago cielo malva
abría un ojo de liebre.

           Y yo sentía la piedra,
en mi corazón anclada,
de una infinita cansera;

           luego, la caliente hiedra
de tu mano que en mi almohada
prendía la primavera.

sábado, 25 de febrero de 2012

LLUVIA de la madrugada...

Los siete sonetillos siguientes son de la tercera parte de una realidad destilada en versos, en miniaturas líricas que reflejan un morir al día apuntalado con la respiració asistida de la esperanza. Su título, "De la pluie et du beau temps", amalgama los opuestos de quien, español, vive en francés para poder ser editado en México.

1

           LLUVIA de la madrugada,
batiendo en vidrio y madera,
¡sorda como la cansera
de mi cabeza en la almohada!

           Sorda como el pensamiento
que rastrea, dolorido,
sendas por donde se ha ido
tanto recuerdo en el viento.

           ¡Este insufrible velar!
Yo también quisiera dormir,
pero no para soñar:

           tan sólo para esperar
a que el ansia de vivir
me volviera a despertar.

viernes, 24 de febrero de 2012

LA noche, entre cuatro muros...

4

           LA noche, entre cuatro muros,
hace del pajar alcoba;
pero, a campo raso, es loba
de pasos blandos y oscuros

           para el viajero perdido
que busca la carretera
como busca la frontera,
a rastras, el evadido,

           hostigado en su acezar,
por la sombra y por el hielo
que le muerde el calcañar.

           ¡Última angustia!, y la hoguera
del alba entre tierra y cielo.
La noche se queda fuera.

jueves, 23 de febrero de 2012

PARA ceñiros mejor...

3

           PARA ceñiros mejor
de dos en dos os enlazo,
poniendo así en cada brazo
el mismo peso de amor,

           países, que en lo mellizo
de vuestro perfil plural
mostráis, bajo lo real
profundo e igual, el hechizo

           de un semblante diferente
que da a la tierra extranjera
sombras de la luz de enfrente

           cuando la ve el peregrino,
a  lomos de la frontera
por donde va su camino.

miércoles, 22 de febrero de 2012

VIVIR en una frontera...

2

           VIVIR en una frontera,
pero en tierra mía, quiero,
no, como aquí, forastero
en una raya extranjera.

           Ojos y deseos huéspedes
de un cielo de allende montes,
pastorear horizontes,
mas sobre ancestrales céspedes.

           Abierto al ir y venir
de hombres y cosas, vivir
en el suelo propio arraigado,

           tomando de ellos lo justo
para refrescar el gusto
al sabor de lo heredado.

martes, 21 de febrero de 2012

FRONTERA: una amanecer...

Se inicia aquí la segunda parte del libro: los cuatro poemas que siguen pertenecen al capítulo "Fronteras".

1

           FRONTERA: una amanecer
entre sabido y soñado
aguarda, del otro lado,
para cuajarse y nacer,

           a que en el aire la mano
encuentre, o en la tierra el pie,
no sé qué escala, no sé
qué tobogán meridiano

           hacia un cielo, hacia un hondón
cuya opuesta tentación
suspende el arco del brinco

           al borde de esa alborada,
bajo la aguja parada
siempre en la hora menos cinco.

lunes, 20 de febrero de 2012

LLEGAR al fin del camino...

16

           LLEGAR al fin del camino
y ver que en la mesa están,
refrescado el mejor vino,
y caliente el mejor pan;

           que el hijo, como un hermano
menor, cual visto de ayer,
viene a tu encuentro, a poner
su corazón en tu mano…

           Sueño, buen sueño, tan bueno
como la cama de heno
para el vagabundo. Acaso

           no grane para nosotros.
¡Qué más da! Mañana, de otros
florecerá bajo el paso.

domingo, 19 de febrero de 2012

¡CURIOSIDAD, dulciamarga

15

           ¡CURIOSIDAD, dulciamarga
manzana! Pero, sin ella,
¿cómo andar hacia la estrella
remota, bajo la carga

           de inercia, de incertidumbre,
de desaliento y capricho?
Aún es tiempo. El “de lo dicho
no hay nada”, el hogar sin lumbre,

           están lejos… Por fortuna.
Ahora que, loca de luna,
la noche su tentación

           en cada fuente desgrana,
muerde, aprisa la manzana
de tu propio corazón.

sábado, 18 de febrero de 2012

NO fui a elegir mi camino...

14

           NO fui a elegir mi camino;
lo que hice fue decidirme
a buscar la tierra firme
por los rumbos del destino.

           Islas, he tocado muchas;
de lejos, los litorales
su boomerang de señales
lanzaron a mis escuchas.

           Todo era tierra de encuentro,
no de queda, en cuyo centro
poner colmena y enjambre.

           Yo, sin embargo, querría
acabar mi travesía
sin esta sed y este hambre…

viernes, 17 de febrero de 2012

CADA amanecer...

13

           CADA amanecer
me pongo a esperar
y a recomenzar
al atardecer.

           En vilo me tienes.
No sé dónde estás,
ni por dónde vas
o por dónde vienes.

           Asido al timón
de cada estación
velo sin descanso.

           Sólo en primavera
se aclara mi espera
en paz de remanso.

TU paloma, Poesía...

12

           TU paloma, Poesía,
en la palma de mi mano
viene a picotear el grano
del vivir de cada día.

           Prometeo elige el  pico
del buitre. A mí me contenta,
mejor que su ala violenta,
la gracia del abanico

           que abren tus alas al vuelo
cuando, al dejarme, hacia el cielo
en saeta te transformas,

           confiándome al sereno
gozar, en el ancho seno
de tu espera, luz y formas.

miércoles, 15 de febrero de 2012

TE cantaré ahora y aquí...

11

TE  cantaré ahora y aquí,
sol cuya luz, aquí, ahora,
la uva por fuera dora
y la empreña de rubí

           -como en la punta del cuerno
con que a enero amaga el año
cantaré, junto al rebaño
del hogar, al grave invierno.

           ¡Voz y pasión de lo actual,
Poesía, a lo real
tan ceñida, que es su piel;

           la piel que abrasa al poeta
-ni cameraman ni esteta;
mártir, sí- testigo fiel!

martes, 14 de febrero de 2012

¿HOY mejor que ayer?...

10

           ¿HOY mejor que ayer? No, sino
más exigente hoy que ayer,
solamente para ver
de ir punteando, al destino

           y a mí, el “debe” y el “haber”
a lo largo del camino,
y de corregir el tino
del querer y del hacer,

           de modo que en la postrera
hora no estén demasiado
separadas en la esfera

           las agujas divergentes
del que fui y del que han soñado
mis ansias adolescentes.

lunes, 13 de febrero de 2012

PARA lo desmesurado...

9

           PARA lo desmesurado,
como no sea en la fe,
tengo siempre un “¡no!” cerrado.
Y la fe, según en qué,

           si no es creer lo que vemos,
y aceptarlo, y mejorar
la vela, el timón, los remos
con que hacer campo la mar,

           corazón y ojos abiertos,
proa a un mañana en que, muertos
y olvidado nuestro nombre,

           el mundo ofrezca, gozosa,
a los que vengan, su rosa
a la medida del hombre.

domingo, 12 de febrero de 2012

DIBUJARÉ en mi pizarra...

8

           DIBUJARÉ  en mi pizarra
tu cuerpo y sus ademanes,
y el ramo de tulipanes
que abre y se esponja en la jarra,

           arrancándole a la garra
de lo triste y de lo feo
lo mejor de cuanto veo,
cual racimo de la parra.

           Lo hermoso y lo bueno, en suma,
son la viva flor, la espuma
de la vida. Lo demás

           ya lo iremos recobrando
a humanidad. Avanzando,
y sin dar un paso atrás.

sábado, 11 de febrero de 2012

ARDIENTE espada desnuda...

7

           ARDIENTE espada desnuda,
pájaro que el matorral
dispara, alada señal
con que al nuevo sol saluda,

           tan fugaz como la muda
mirada en cuyo cristal
un agua de manantial
profundo en flechas se muda.

           Mensajes, polvo en el viento,
el largo estremecimiento
de una espera o de un olvido,

           signo de vida o de muerte.
...¿Quién puede esquivar su suerte?
La trae un desconocido...

viernes, 10 de febrero de 2012

ANCHO asombro de estar vivo...

6

ANCHO asombro de estar vivo
esta noche, y de querer
estarlo aún más, y saber
que la emoción con que escribo

           mi verso, en ramo de olivo,
en honda gana de ser
y vivir en paz, y hacer
de nuestras manos estribo

           en que apoye la alegría
de vivir su pie ligero,
renacerá en el futuro,

           con cada hombre, cada día,
infinitamente -¡pero
bajo un cielo menos duro!

jueves, 9 de febrero de 2012

TAMBORILEA a mi puerta...

5

     TAMBORILEA a mi puerta
el amanecer.
Pero yo, aunque me despierta,
no lo dejo ver,

     por el goce de acechar
solapadamente
cómo todo va a cambiar
con el sol naciente,

        y descubrir, luego,
igual que el ayer su fuego...
¡Alegría adánica,

      caviladora alegría
de irle descifrando al día
las luces y la mecánica!

miércoles, 8 de febrero de 2012

FRESCO y claro el día, afuera...

4

           FRESCO y claro el día, afuera,
y yo encerrado por dentro,
melancólico me encuentro
al acecho, Primavera,

           del vuelo con que hacia mí
por altos cielos resbalas
abriendo al viento tus alas
en campo de azul turquí.

           Como el asta su bandera,
así mi vida te espera,
árbol de hojas tembladoras,

           mientras pulsa la mañana
mi mano, en que se desgrana
el rosario de las horas.

martes, 7 de febrero de 2012

UNA mano, en cada esquina...

3

UNA mano, en cada esquina,
alza su corola al cielo
cuya comba aguarda, en celo,
ver llegar la golondrina

           primera, estival apenas,
para sentir, con su vuelo,
derretirse en savia el hielo
hecho flor muerta en las venas.

           Y es otoño todavía,
¡delgada la sombra, y fría,
que cuelga de las fachadas!

           Otoño, invierno... Tú, espera.
De lejos, la primavera
ya huele a lilas chafadas.

lunes, 6 de febrero de 2012

TRIGAL de luna, el andén...

2

           TRIGAL de luna, el andén
al borde de cuya raya
trajina, marea en playa,
el ir y venir del tren.

           Late la celeste sien
con calor de pensamiento,
y en mis soledades siento
acercarse no sé bien

           qué temor o qué esperanza
agitando espada y lanza,
o trayéndome una flor...

           Para esperar, dejo abiertas
al azar, anchas, las puertas,
y en hora el despertador.

domingo, 5 de febrero de 2012

LA REALIDAD REFLEJADA




La realidad reflejada, con sus 126 sonetillos, reproduce, con más esperanza, con mayor sordina estética, los temas que habéis podido leer en Morir al día. Esas 126 miniaturas líricas están escritas, básicamente, entre 1951 y 1952: las pude publicar, cuando ya no podía ver, en enero de 1955, gracias a la gestión en la distancia exiliada de Max Aub y Joaquín Díez-Canedo, que lo editaron en México, en la colección Tezontle del Fondo de Cultura Económica.
 La cita inicial de Emmanuel Berl, de Sylvia, es una buena presentación para los matices amargos de mi esperanza y su reflejo en el espejo de mis versos:
         ... ces images-là, je peux rendre témoignage pour elles. Si elles sont illusoires, je le suis encore plus; si quand je mourrai, elles s’anéantissaient, c’est qu’il n’y a pas pour moi de vie future, c’est qu’il n’y a jamais eu moi de vie authentique.

La primera sección tiene 16 sonetillos y se titula “Andenes del esperar”. Marca una idea de viaje, más cerca ya del clavel que de la espada, porque tenía que sobrevivir una vez caducadas las esperanzas tras el final de la guerra mundial: ahora la hierba que antes oía crecer se mezcla con las flores y “de lejos, la primavera / ya huele a lilas chafadas”. Con un tono resignado pero entusiasta, veo entonces que el futuro “acaso no grane para nosotros “, pero “¡Qué más da! Mañana, de otros / florecerá bajo el paso”.
         La segunda parte (“Fronteras”), con 4 sonetillos, incide en el forzado peregrinaje que me obliga a ser extranjero, forastero. Frontera entre una noche y un amanecer, entre Francia y España, pero no como lugar de intercambio, sino de negación. Me sentía, en palabra francesa, un “dépaysé”, un “despaisajado” que buscaba arraigarme en su suelo, al otro lado del  “sabor de lo heredado”. La espera se hace búsqueda de un camino en la certeza de que estoy en el lado equivocado, aunque con tiempo todavía. Presento la espera y sus flecos de angustia sin estridencias ni dramatismos:

          al borde de esa alborada,
bajo la aguja parada
siempre en la hora menos cinco.

         El tercer título del libro, “De la pluie et du beau temps” (7 poemas), hace evidente en la lengua mi “vida bilingüe” en una nueva muestra de amalgama de lo bueno y lo malo. Mi conocimiento del francés hizo que el destierro no llevase añadido el sufrimiento del desconocimiento de la lengua del país que me acogía, con lo que mi “intelectualidad” volvió a servirme de lenitivo al desarraigo. En ese discontinuo equilibrio de fuerzas fue siempre la espera la que me sirve de fiel a la balanza:
          ¡Este insufrible velar!
Yo bien quisiera dormir,
pero no para soñar:

   tan sólo para esperar
a que el ansia de vivir
me volviera a despertar.

En esta sección del libro los poemas se apiñan alrededor de la lluvia, que remueve los recuerdos. A mi “infinita cansera” siempre le aparece una mano que en la almohada prende signos de primavera. Incluso ante la posibilidad, certeza ya, de mi inminente ceguera, respondo con un juanramoniano:

          Yo podré quedarme ciego...
Tú seguirás, Primavera,
trenzando tu cabellera
de verde y sol, en un juego

          de agua fresca y denso olor,
lanzando el viento, de anzuelo,
en el mar a contrapelo
de las praderas en flor.

En los 29 sonetillos de la cuarta sección de La realidad reflejada, “Mar, camino y ciudad”, me detengo en apreciaciones líricas salvadoras de instantes (en forma de recuerdo o de un presente con el que estoy totalmente reconciliado). Con el “Pájaro en mano”  (tomado del refranero y de Jorge Guillén) y el “paisaje en el cazamariposas de la mirada” todo son ventanas al campo o a la ciudad, de entonces o del pasado, en las que levantar desde imágenes tradicionales mi presente en sonetos. Pero siempre teñida mi guilleniana alegría con los matices nostálgicos del desterrado que no olvida su condición, en esa voz que también utilizará Alberti

                           ÁLAMOS de orilla al río,
temblores en esqueleto,
guardas de un doble secreto:
el del paisaje, y el mío.

    ¡Volverlos a ver, volver
a gozar de la desnuda
pureza en que nada muda,
en que es “siempre” igual a “ayer”!...

     Lunaria navegación
-de timonel, mi desvelo,
sobre una ingrávida quilla.

    En ella ¡con qué pasión
remontando voy el cielo
por un río de Castilla!

Quizás sorprenda hoy la combinación de estilemas populares con motivos modernos; imágenes rurales insertas en un contexto urbano. Esa tradición y modernidad fusionadas que mis compañeros de generación poetizaron, aparecen aquí, creo, bien asimiladas, siempre afirmando el presente al “dibujar en filigrana / la eternidad del instante”. Hay en esta parte expansiones líricas que confirman mi reelaboració poética de la realidad. Dos muestras, “¡GALLOS de la madrugada” y “UN cuchillo, la piragua” (en el que coincide con el Dámaso Alonso de Poemillas puros), pueden ilustrar esta afirmación. Pero la guerra es ya parte de mi vida y aflora de forma instantánea, evocada poéticamente por el presente.
         La quinta parte, “Treguas” (de 5 composiciones), incide en ese motivo ya mencionado de las burbujas estéticas como salvadoras de instantes, siempre teniendo presente que el poeta vive en “una paz que es y no es”, y en ella “exprime en canto su vida”. Quiero mostrar aquí esa  decepción adiestrada, esa resignación a saber que

     El mundo pasa
 a un kilómetro de aquí...
Evidentemente sí.
Pero yo no tengo casa.

En esos versos resuena el eco del León Felipe de “Hay dos Españas”. Los poemas, que fueron respuesta activa a una situación en otras ocasiones, ahora son treguas al “morir al día”. Una angustia contenida enhebra las ilusiones. Pero hay que aprovechar la tregua: “hay que hundir / en tierra, firmes, los pies, / y aguantar”  Y estas “treguas” fueron más, tantas que  pensé en hacer un libro con ellas: los veinte poemas que escribí en mi “cuaderno B” (1951-1952), y de los cuales Martínez Nadal conservó quince, pasaron a otras secciones de La realidad reflejada o quedaron inéditos.
Los tres poemas que forman la sexta parte, “Soledad”, vuelven a evidenciar esos altibajos en el estado de ánimo de un poeta con vocación humanista, sorprendido por un desamparo repentino en un ascensor:
La soledad se amortaja
fría, en la vacía caja
del ascensor, y contiene

    la respiración: espera
por si otra soledad viene
tanteando la escalera.

Porque:
SOLEDAD, isla salobre (...)
   Una y otra vez te encuentro
en mis rumbos...Lo bastante
para no hacer de ti el centro
de mi asiduidad errante.

Más heterogénea es la séptima parte, “Cuaderno de apuntes” (17 poemas), en la que, como su propio título indica, se amontonan vivencias congeladas con distinto tratamiento y de distinta procedencia: metáforas innovadoras (algunas deudoras de Gerardo Diego), mitología, sonetos que parecen letrillas (véase “Si me sigue el toro”, de claro sabor popular, pero con un giro culturalista en el último terceto). Entre algunos hallazgos poéticos y sutilidades de la percepción lírica (“LA gracia de este minueto...”, por ejemplo), aparece la sombra del agonismo:

Balbuciente vastedad
que al frescor de tanta curva
se hace palabra concreta

          y a claridad de unidad
reduce la turbia turba
que eres por dentro, poeta.

Los 18 sonetos de “No parking” se centran en el último impulso que recibí en la vida de manos del amor, inspirado por Susana. El último sonetillo, con su desolador surrealismo final, pone el contraste negativo a la alegría que trasminaban la mayoría de los diecisiete restantes, y da entrada a la siguiente sección. En él frontalizo los recuerdos en los que me veo atado, que salpican la sección:
Recuerdos, si sois sagrados
no es por la añoranza, sino
porque vuestro marco encierra,

          en la eternidad grabados,
los pasos con que el destino
nos justificó en la tierra.
     
Por eso, Susana y Salomé se confunden en algún poema.
         Los trece poemas que componen “Recuerdo, cámara oscura...”, la novena sección, acentúan, contrastando con “No parking”, la negatividad de la espera. En ellos hablo desde “el fondo del embudo", desde el interior de esa “cámara oscura” desde donde puedo dejarse impresionar por la luz del exterior convertida en imagen, pero no de su presente, sino de los recuerdos (ese “recuerdo” cuya etimología nos remite a “corazón”):

TANTOS se me han muerto ya,
que un día, al fin, me pondré
a morir. No sé de qué.
De pesadumbre, quizá,

 por todo lo que no pudo
llegar a colmo en mi vida,
tan ancha ya y tan perdida
desde el fondo del embudo

          en que se me va apagando,
con la esperanza, encendida
tanto tiempo en vano, el blando

   respirar, y este buscar
de la mirara, perdida
porque ya no hay qué mirar.

Os hablo desde el final del final definitivo, de uno de los tantos finales que pude vencer. La desesperanza, vital, artística y política, ha sepultado momentáneamente a la esperanza. Sin embargo, esta sección aún contiene, como toda mi obra, algún giro, entre las nostalgias, que me afirman en el presente:
Reserva
tu atención apasionada
para oír, de madrugada,
crecer el sol y la hierba.

Y anuncio lo que será la salvación poética del final del libro:

Y si tu cámara oscura
a dar por trasunto al día
formas de capricho empieza,

                   no pienses que desvaría:
que también la fantasía
se llama naturaleza.

La décima parte, “Puerta y arrabal del sueño”, contiene once sonetillos. El poeta que soy está en el umbral de lo que se ha convertido en el alivio más confortante y duradero: la ficción, la evasión del sueño y sus arrabales, lejos de ese “sentir al hombre en un brotar sin tregua, / de heroica arremetida cotidiana” , son ahora los motivos de mi poesía. Lanzo “la escala tendida, / que enlaza el sueño a la vida / y va de la vida al sueño”. En su poética quiero que la poesía sea reflejo de mi vida; a estas alturas, la pregunta que abre el poema, “¿Cuál es el espejo y cuál la realidad reflejada?”, se tiñe de voluntad camufladora, del simulacro de querer fingir poéticamente una vida que ya no vivo:
¿Cuál es el espejo, y cuál
la realidad reflejada?
Con esta luna azogada,
todo es del mismo cristal

                   y flota, lento, en igual
deriva desordenada
hacia un mar de madrugada
cuyo fresco aire lustral

                   apague el faro en su torre,
y enjugue la frente, y borre
del insomnio el duro ceño,

                   sacando a luz clara todo
de los canales el sueño,
tristes de nieblas y lodo.

Y como sueño, como anhelo, hay que entender esa esperanza que se repite en mis dos libros como estribillo ilusionador y que vuelve aquí, onírico:
Volverá. Que vuelve todo,
hecho vida renovada
en el pulso de otras venas.

         Los tres poemas que cierran el libro, en “Despedida esperanzada”, parecen confirmar lo apuntado bajo el título de la sección anterior. Esta undécima parte de La realidad reflejada acaba siendo una reflexión metapoética. Es decir, es la poesía salvadora de instantes el referente y no la vida, aunque en ella confirmo mi poética: lector de hoy,  puedes esperar lo que el autor ya no puede. Me despide hasta siempre de mi poesía, que no dudo en que podrá volver como “rescate”. La vida y su imperativo sentimental quedaron atrás en un abandonarme a la suerte, cansado de vivir con respiración asistida. Ahora son los que vienen detrás de mí, presente perpetuo, los que deben relevarme, mientras me dejo llevar, anestesiado, al pairo:
                   que donde corte lo humano
zampoñas de su alcacer
te oiré, Poesía, cantar.

Esas “zampoñas”, esas flautas, están hechas, precisamente, con la hierba que me detuve a escuchar crecer. En ella cantará la poesía henchida de humanidad, en los bares, los cines, los bazares o la parada del autobús, inaugurando con cada mirada el asombro de mirar. Se, como le dije a Virgilio Garrote en mi agonía, que

La vida se me acaba con la piel y con la sangre, pero no mi poesía...”

Una poesía fertilizadora. Esa es mi herencia.

Aquí va el primer poema del libro, de la sección "Andenes del esperar":

1

LO que me atormenta
no es la tentación,
sino la canción
que canta y no cuenta.

           Me ahila el sentido,
hace del dolor
palma y surtidor,
músico dormido.

           Y quiero tener
los ojos abiertos,
para ver llegar,

           al amanecer,
las islas y puertos
que salen del mar.