lunes, 14 de noviembre de 2011

MADRE MÍA, ESTA NOCHE...

        Madre mía, esta noche, más solo que otros días,
quiero jugar a un juego en que te necesito
como cuando a mi lecho, de puntillas, venías
a arroparme, con un: “¡qué duermas bien!” quedito.

        Yo estaba.. ¡No! yo estoy en una nube, en una
concha de tibia sombra –un regazo, una cuna
que mece, sin dormirla, mi impaciencia a la espera
de tu llegada, de tus pasos en la estera.

        Hay una luz al fondo de la alcoba –pero es
más blanco el resplandor de tus desnudos pies-,
y, ante una imagen, unas flores- pero la flor

        de tu cara al besarme, huele mucho mejor.
Y el surtidor del sueño a rizarse comienza
en mis dedos, que oprimen el hopo de tu trenza...

                                              París, 23 Septiembre 1943

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