6
¡TANTO dolor! Pero ahora
no sufre ya. Está tendida
en el lecho, removida
playa de su última hora,
calada a fondo en la calma
tan bien ganada (¡por fin!),
libre ya de bregas, sin
cargo de conciencia, de alma,
devuelta a la rumorosa
nada, en cuyo seno olvida
su corazón dolorido
tanto mal, tan poca cosa
como le ha dado la vida
que a nadie había pedido.
¡Los ochenta y un años de la II República siguen latiendo en tu poesía!
ResponderEliminar