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HAY otras treguas también…
Treguas en que te detienes,
apretándote las sienes
y pidiendo amparo (¿a quién?,
¿de qué, o contra qué?). Momentos
insondables, implacables,
bajo su soplo, como hables,
te disiparán los vientos.
Mientras duran, hay que hundir
en tierra, firmes, los pies,
y aguantar. Hasta sentir
pasar la tregua al revés,
y, tras ella, el resurgir
de una paz que es y no es.
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