Algo ha quedado –ausencia de una forma,
idea de un perfume- en este lecho
que ayer te me ofreció contra mi pecho
y dio en tu talle a mis brazos norma.
En esta huella, de mis sueños horma,
como el romper del mar en un estrecho
siento cantar al corazón maltrecho
que el toque del amor cura y transforma.
¡Tan viejo y tan cansado ayer! Ahora
sabe que no rodó ni sangró en vano,
que el duro velar trae paz de aurora.
Así, niño cogido de tu mano,
gana de hoy más por ti, mi salvadora,
la maravilla de lo cotidiano.
Paris, 21 Septiembre 1939
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