Mientras del hoy ciego
dura la alegría,
calla, hasta que el día
negro llegue. Luego,
no me digas nada:
deja que adivine,
que la frente incline
bajo tu mirada.
Ahogue tu mano
en mi boca el vano
grito, en la llama abierto.
Y escapa después,
antes que a tus pies
ruede como muerto.
París, 1 Abril 1941
Que difícil encajar el Adios!
ResponderEliminarmejor estar ciego que sufrir?
qui lo sa.
Saludos