¡Tres años ya, París, que en tu regazo
diste, si no la paz, techo y posada
al desterrado, y a su desgarrada
esperanza cordial espaldarazo!
Desde entonces, tu vida fue la mía,
tus amores mi amor, y tu profunda
vitalidad la vena que fecunda
mi barro enfermo de melancolía.
Ya soy tan tuyo cual mi lejano
Madrid; escrita yace en ti mi estrella
como en las rayas de mi propia mano.
Mas guarda e corazón en sus raíces
viva a mi España... ¡A cada paso, es ella
quien sangra en las abiertas cicatrices!
París, 9 Febrero 1942
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