viernes, 14 de octubre de 2011

ESTE QUERERSE...

        ¡Este quererse y luego dejarse, para luego
volver a descubrirse como una cosa nueva,
como el salvaje encuentra la sal, el agua, el fuego,
como el hambre su hartura y como Adán a Eva!

        Su alternar nos hermana con el viento y la ola,
contradictorios, pero a honda ley obedientes,
y en nuestras paces tiemblan –así en la caracola
el marino bramido- llantos, crujir de dientes;

        como cuando, en silencio, con un mirar ceñudo
-puñal que busca las junturas del escudo-,
cada cual, en el otro, del enemigo eterno

        acecha el descuidado flanco, el blanco seguro
y la pasión, de pronto, se alza –entrañable, oscuro
manantial- en las vivas brasas de nuestro infierno.

                                                       París, 25 Septiembre 1942

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