Todo lo que viví de niño, y luego
fermentó en mocedad, y en mi madura
edad halló su estrella y su ventura,
de la hora universal arde en el fuego.
¡Oh! ¡bien sé yo cómo el destino es ciego,
y que en su inconsecuencia está segura,
allende el hoy difícil, ancha artura
de paz y de trabajo y de sosiego!
Pero hasta entonces ¿dónde hallar la fuerte
raíz, el fresco grano del olvido
y el techo que resguarda de la muerte,
mientras como una mano el mirar tiendo
en torno, y al presente hirsuto pido
resignación para seguir viviendo?
París, 11 Enero 1941
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