¡Azul de mi diciembre madrileño,
alto, distante, sobrio, cristalino,
en que la luz se apura en flecha y trino
y en zodiacal figura Clavileño!
Como una alegre y cándida cometa,
mi mirada de niño remontaba
el vuelo en ti; más tarde, en ti ensayaba
mi mocedad sus arias de poeta.
¡Tan puro y tan brillante en la memoria,
sobre el mapa de torres y tejados
quietas veletas en un sol de gloria!
De tu añoranza este otro cielo hoy puebla
-¡oh, grises, fríos sueños ahogados!-
un fantasma perdido entre la niebla.
París, 25 Enero 1942
Demaisado críptico para algunos, pero con un inegable punto de sana melancolía.
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