Como el sol, esta tarde, cantaba en la ventana,
imaginaste, amigo, que era otra vez la vida
-su circular de sangre en fuga hacia el mañana-,
mansa, gozosamente encontrada, perdida
y otra vez recobrada, como ciudad vivida
asiduamente, en lenta práctica cotidiana,
que en cada esquina tiene su lámpara encendida
o su aposento a oscuras detrás de una persiana...
¡La vida! Una ancha nube, cruzando por el cielo,
ha apagado del sol el gorjeo y la lumbre
en tu ventana, y deja yerta y en desconsuelo
tu esperanza... ¡La vida! ¡Mal huésped de la tierra,
nunca más, nunca más su apacible costumbre
dará paz a tus ojos que ha cegado la guerra!
París, 22 Abril 1941
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