Primer año: la ronda de los ojos abiertos
y las ávidas manos y la esperanza a tientas,
y el tropezar acá y allá en recuerdos muertos,
a nado hacia un confuso Cabo de las Tormentas.
Y luego, el cataclismo. Y, entre el polvo y las ruinas,
la humilde hierba hollada que bajo el sol se enhiesta,
y el cielo que abre canchas de eco a las golondrinas,
y, bañado de olvido, el corazón en fiesta.
Y después, dos, tres años mezclado a los rebaños
de vidas que no son mis vidas; dos, tres años
de encontrarme y perderme y volver a encontrarme
-cada día más solo y más triste y más viejo...
¡Que el año nuevo pueda devolverme en su espejo
la serena mirada que al destino desarme!
París, 30 Diciembre 1943
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