Voluble y errabunda primavera
que el talle de los árboles abrazas
y sobre monte y bosques adelgazas
de tierno azul la bruma mañanera:
esperándote estoy a la ventana,
solo, en el fondo de mi pozo hundido,
crispadamente atento a este gemido
de vago llanto que el silencio mana.
Esperando, esperándote, sediento
del agua fresca en que a reír aprendes
con cada abril... ¡En balde! El vuelo tiendes
lejos, y dejas resonando al viento
mi corazón sonámbulo, dolido
de tu impuntualidad y de tu olvido.
París, 4 Abril 1943
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