A una amiga que se queja de estar sola
“¡Estoy sola! ¡tan sola!”... ¿Y es qué sabes
si no has nacido para vivir sola?
Sola en la playa está la caracola,
y en su vacía soledad las graves
voces del mar conjugan la resaca
de su latido cálido y oscuro.
Pasan por él las sombras, y está el muro
solo. En la herida, sola está la faca.
Solos, en al amor como en la pena,
el hombre y la mujer... Que el hondo imperio
de nuestra condición nos encadena
a soledad, al árbol cuyos ramos
dieron en el Edén sombra al misterio
(¡oh sierpe! ¡oh Dios!) que en sueños reinventamos.
París, 18 Octubre 1943
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