El sol de marzo prende a tus márgenes, Sena,
su orla de libros viejos y de nuevos amores,
y el tierno azul celeste sutilmente encadena
a las cobrizas ramas transidas de temblores.
¡La precoz primavera que va a llegar, que espía
el salto de los peces solares en el río!
La ágil fuga de escamas de lumbre y calofrío
ritma su confidencia, susurro todavía.
Mientras tanto, la tarde, como un vino caliente,
maternalmente lava los pies de cada puente;
en un dorado vaho de neblina violeta,
de torres y fachadas la gris arquitectura
deforma. Y ¡oh, de pronto, esta fuente secreta
que deja al corazón limpio de su amargura!
París, 3 Marzo 1942
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