¡Oh universal segundo del otoño
-gris perla, húmedos verdes, y amarilla
muerta hojarasca! Pienso en mi Castilla,
en mi Madrid del oso y el madroño.
Sueño con pinos, rojos de poniente
los troncos, verdinegra la redonda
copa; y la sierra –azul y blanda y honda
niebla, pálidas cumbres-, y el creciente
de la luna en un cielo terso y frío,
y las primeras luces suburbanas
en la cansera de la atardecida:
¡el entrañable mundo, aún ayer mío,
que en vano busca desde tus ventanas
cuanto me queda en ti, París, de vida!
París, 19 Octubre 1940
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