El pan nuestro de cada día
y el necesario y cotidiano
sinsabor. La frente en la mano
-si en el resol posmeridiano
que el llegar de la noche enfría
y adelgaza, flota el vilano
de una vaga melancolía.
Pero, en los ojos la alegría...
Entre el esfuerzo confïado
y el amargor del desaliento,
sé como la hierba en el prado:
el pie la chafa, el sol la tuesta,
y ella, cantando, alza en el viento
su voluntad de ser enhiesta.
París, 21 Octubre 1944
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