Primero, el viento tibio y dulce, tacto
blando, ungido de olor por la manzana
y la mejilla en fugaz roce, exacto
vaciado en el cristal de la mañana
que vibra y tiembla y a cantar se pone
de pronto; así, en la barca de su juego,
alza su mano el niño al solar fuego,
por que su frente y su canción corone.
¡El viento –en prado y árbol, y en el frío
lomo del agua, en fuente, arroyo y río,
del mar cambiante en la rodante anchura-,
plural hervor, balbucear de coro
en que, súbita cifra, clara y pura,
la voz humana ahila su hilo de oro!
París, 16 Octubre 1942
No hay comentarios:
Publicar un comentario