¡Mañana azul del Sábado de Gloria!
Pájaros y campanas, por el cielo,
desatan en los giros de su vuelo
una misma oleda migratoria.
El niño Sol, desnudo y sin historia,
rompe con pie gozoso el postrer hielo
de la noche invernal, y canta en celo
la esperanza, perdida la memoria.
Nacientes alas de verdor despliega
la primavera sobre campo y monte,
su quilla de cristal la mar navega.
Todo él promesa, se me ofrece el mundo,
y arde en la tentación del horizonte
mi absorto corazón meditabundo.
París, Hospital Lariboisière
22 Marzo 1940
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