Jano, crepuscular como yo mismo,
desfrunce el doble ceño que avizora
la contrapuesta linde en que la hora
salta, partida en dos, a un solo abismo.
De tus dos caras, una, de fatiga
se duerme; la otra pudre ya... ¡Despierta!
Sé cuerpo vivo, da tu mitad muerta
a la amortajadora sombra amiga.
O abrázate con ella humildemente,
comparte sus gusanos en la fosa
que le cava un destino indiferente.
O siéntate a mi lado. ¡Espera, espera!...
Que odio y amor, la víbora y la rosa,
todo renace en cada primavera.
París, 22 Junio 1940
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