La madre inventa y cose. El niño escucha
-ojos de asombro, cavillosa frente-
promesas que le arrancan al presente
(poco dinero, fantasía mucha)...
¡La cabeza de toro, de trenzados
mimbres, los cuernos como dos navajas,
roja muleta, banderillas majas,
y el auto, el tren, la caja de soldados!
“Te he de comprar”... ¿Qué importa si es mentira
el espejismo que entre sueños gira
su mecánica bienaventuranza?
Sobre el hombro del niño, un ángel sueña,
a su vez, en silencio. Y él le enseña,
para siempre, a esperar sin esperanza.
París, 24 Febrero 1940
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