La media luz despliega su baraja
de equívocos fantasmas. Flota en lento
replegarse la noche, el aposento
abandonando en su marea baja.
El alba hiere a punta de navaja
el terso y blando boj del pensamiento,
y al revolverse el cuerpo soñoliento
da a la sábana pliegues de mortaja.
¡Oh Lázaro, en su paz, como en oscura
matriz, sobre sí mismo enovillado,
la valuntad y la conciencia inertes!...
Mas he aquí el sol, partero de aventura...
Del sueño en los macizos emboscado,
llorando está el recuerdo vagas muertes.
París, 4 Junio 1940
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