Óleo tibio y claro, tu presencia
baña la carne de mi pensamiento,
y entra un gozo de sol y cumbre y viento
hasta los huesos de mi continencia,
agria sin ti, sin ti rabiosa y mala,
morboso batallar de adolescencia:
bajo la sombra de tu axila, un ala
de limpia paz orea mi existencia.
Que en ti y contigo aprendo a hacer costumbre
viva, profunda, purificadora,
la plural tentación de cada día,
y a redimir, quemándola en tu lumbre,
la escoria que en su fondo deja la hora
de la lujuria y la melancolía.
París, 16 Julio 1941
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