En el gastado disco, amor sus valses rueda
bajo la uña del tiempo que araña y que no borra.
Y es Zeus vuelto cisne entre tus muslos, Leda,
y el quídam vuelto Apolo en brazos de una zorra.
En diferentes manos, es la misma moneda,
cuyo metal se gasta. Pero cuya alma queda.
Quedan, indestructibles, la misteriosa liga
y el alternado hechizo de fiebre y de fatiga:
el anhelo, el sollozo en que se hace marea
el aliento del mundo que, porque cree, crea
y exalta de la carne la maravilla viva;
luego, el bostezo, el agrio recaer en el tedio,
mientras en la penumbra insinúan su asedio
el recuerdo y su inútil música intempestiva.
París, 16 Noviembre 1943
Tal vez un exceso de formas clásicas mi querido don José María, pero tiene belleza de todos modos.
ResponderEliminarGracias,estimado a destiempo, a mi pesar, Eduard. Gracias por responder a cada uno de mis gritos domados en la cárcel del soneto.Son clásicos, sí, pero por eso mismo fuera de su tiempo y de todos los tiempos. Soy más que mis sonetos: eso ya se irá viendo, si me siguen poniendo un altavoz por estos lares cibernéticos e intangibles. Gracias, una vez más.
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