No hagas girar la batería
de tus pechos contra el violín
en que dora de fantasía
su veranillo San Martín.
Déjale su melancolía
meditabunda y lunar, sin
más tentaciones ni alegría
que el vaso en el borde del zinc
tabernario, y su estrafalario
monologar sobre el breviario
de un imcompleto recordar.
Déjale... ¡No vale la pena
de atar con la misma cadena
tu aburrimiento y su pesar!
París, 9 Noviembre 1943
Es un precioso sonete, aunque un poco deprimente. Yo creo que las cadenas verdaderas son el aburrimiento y el pesar.
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