Serpiente de la noche, en tus anillos
toma, inerme, este cuerpo mudo y blanco,
cegado espejo de estelares brillos,
como arroyo en el fondo de un barranco.
Ciña y penetre tu frescor sagrado
el muelle palpitar de su desnudo,
y al vulnerable ardor de su costado
cárcel dé tu recato y le dé escudo.
Guárdamelo, cual niño en el regazo
maternal ; cuna su desvalimiento
¡oh de reposo y paz dispensadora!,
hasta que el día al cerco de mi abrazo
lo vuelva, hermoso, puro y frïolento
como clavel que se abre con la aurora.
París, 17 Septiembre 1942
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