Cuando esta trago malo del destierro
pase y yo ya no cuente en la partida,
quienes hoy me abandonan como a un perro
me evocarán con jeta compungida,
y, a caza, cuál de culpa, cuál de yerro
con que excusar su hipocresía herida,
dirán: “Él mismo preparó su entierro!”,
y que tú me has quitado años de vida.
¡No saben los cuitados que no es eso,
ni tiempo ni cordura, lo que importa
en el vivir! La vida se resume
en su más alta llama. Hazaña o beso,
¿qué más da, si, a la larga o a la corta,
sólo da la vida lo que la consume?
París, 27 Noviembre 1941
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