Sentado ante la mesa en que os escribo,
mi amor hacia vosotros peregrina,
voces del viejo hogar, rescoldo vivo,
luz y calor de un sol que no declina.
¡El maternal regazo, y tu amorosa
sonrisa, hermana! ¡Oh paz! ¡Santas mujeres
cuyas sombras me dan la mejor rosa
del recordar, en mis atardeceres!
La mejor rosa, el bálsamo más puro,
a la hora insidiosa que dibuja
las rutas del mañana en claroscuro.
Mas vuestra estrella contra suerte bruja
y desmayo traidor me alza, y seguro
rumbo a mis pasos da, norte a mi aguja.
París, 6 Agosto 1943
¿Emebellece la distància? ¿O embellece más el recuerdo?
ResponderEliminarEmbellece más, querido Eduard, el recuerdo, que viene a ser una distancia en el tiempo. La distancia en el espacio, sobre todo si es impuesta, solo tiene el lenitivo de la imaginación y la poesía para paliar el dolor que genera: transformada en recuerdo presente, en falsa nostalgia, puede ser un consuelo, pero niega la vida.
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