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PESADA lluvia estival:
empañado de calina
el cielo, en la vespertina
hora lava su cristal
para que de madrugada
brille más, a su través,
con un ondular de mies,
la hermosura renovada
de la tierra, blanca y rubia
su desnudez sorprendida,
mientras su rumor se aleja,
irisado y fresco, lluvia,
trémula gota prendida
en el vuelo de una abeja.
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