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LLEGAR al fin del camino
y ver que en la mesa están,
refrescado el mejor vino,
y caliente el mejor pan;
que el hijo, como un hermano
menor, cual visto de ayer,
viene a tu encuentro, a poner
su corazón en tu mano…
Sueño, buen sueño, tan bueno
como la cama de heno
para el vagabundo. Acaso
no grane para nosotros.
¡Qué más da! Mañana, de otros
florecerá bajo el paso.
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