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¡CÓMO huelen alma y tierra
a un angustiado sudor,
bajo el cielo, arado por
las nubes, carros de guerra,
hasta que revienta el trueno
-preparación artillera!
¡y tu lluvia, primavera,
que ondula la crin del heno!
El paisaje tiembla y pierde
su color y su perfil,
preso en el húmedo velo.
Mas pronto renace en verde.
Sobre su fresco redil
¡qué anchura respira el cielo!
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