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LLUVIA de la madrugada,
batiendo en vidrio y madera,
¡sorda como la cansera
de mi cabeza en la almohada!
Sorda como el pensamiento
que rastrea, dolorido,
sendas por donde se ha ido
tanto recuerdo en el viento.
¡Este insufrible velar!
Yo también quisiera dormir,
pero no para soñar:
tan sólo para esperar
a que el ansia de vivir
me volviera a despertar.
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